martes, 15 de febrero de 2011

Procesos de Integración Económica en la actualidad

El mundo de hoy se caracteriza por la interacción de estados-nación, agentes económicos transnacionales, organizaciones monetario-comercial-financieras internacionales y nuevos esquemas políticos para la organización y cooperación entre países. Es en este Nuevo Orden Mundial que la presencia de estructuras actuales y mecanismos internacionales, regionales y subregionales se han hecho patentes con la finalidad de dar respuesta, de manera multilateral, a los problemas mundiales. Además, cabe señalar que ha resultado muy difícil que los países intenten ir en contra de la corriente mundial globalizadora, por esta razón, los procesos de formación de bloques regionales ha sido la respuesta que muchos países han adoptado, o se han visto obligados a hacerlo para encarar al nuevo orden internacional.
De tal forma que el surgimiento de bloques políticos y económicos en la escala regional ha engrandecido el panorama para un nuevo paisaje geo-económico.
Actualmente se puede hablar de la existencia de 3 bloques principales, formando redes regionales que de acuerdo con el Neorrealismo engloban poder económico y geopolítico, y a veces también militar: la UE, el TLCAN y las Naciones Recientemente Industrializadas (NIC’s, por sus siglas en ingles).
Por ejemplo la UE ha creado una economía regional única que cuenta con un alto porcentaje del volumen comercial mundial. Mientras esta integración procede, se intensifica y se expande hacia otros países, la UE va adquiriendo mayores responsabilidades y roles económicos globales que anteriormente eran llevados a cabo por sus países miembros; uno que por su tamaño y vecindad temporal no se ha dimensionado aún, es el rol del Euro, moneda que desplaza con eficacia al rol mundial del dólar. Por su parte el TLCAN es un cuerpo regional que juega un papel importante en la economía global tal vez por inercia hegemónica de EE.UU. y los instrumentos de control monetario-comercial de nivel mundial que le han servido de parapeto. Más adelante se expone el avance del TLCAN hacia una mayor cooperación regional en Asia Pacífico.
Junto a la clásica integración económica, típica de los esquemas creados a partir de los años 50, establecida mediante acuerdo explícito entre las partes, conocida también como integración formal o de "jure", se han desarrollado procesos donde no existe acuerdo que oficialice los fuertes vínculos económicos sobre todo productivos y financieros que de forma creciente se han fomentado entre los participantes, como es el caso de Japón y los principales países del sudeste asiático (integración silenciosa, real o "de facto"). Se trata de un proceso fomentado principalmente por agentes microeconómicos invisibles para el OCDE y el BM, en los cuales los gobiernos tienen un papel relativamente marginal, sin que se establezca explícitamente ningún objetivo a alcanzar, pero que, sin embargo, ha logrado éxitos significativos.
No necesariamente la integración de facto deviene en integración de jure, aunque no se excluye esta posibilidad como sucedió con la creación del TLCAN. La experiencia histórica muestra que las poblaciones fronterizas tienen estrechos vínculos comerciales y familiares que eluden los límites emocionales, fácticos y performativos de la división política territorial. Condición para el éxito de un proceso integracionista es la existencia de cierto grado en la integración real que avale su institución. Para muchos la integración silenciosa resulta ventajosa en tanto se desarrolla sin condicionamientos jurídicos que fuercen las circunstancias en términos de propósitos, objetivos y metas. Además impide que los mecanismos integracionistas polaricen los beneficios a favor de los países dominantes dentro de la región, sin que tengan que asumir obligaciones indeseables derivadas de tal oficialización. Claro que las circunstancias relacionadas con la lucha por la hegemonía mundial, la preservación de las áreas de influencia y la competencia, han conducido a que los principales centros de poder mundial hayan comenzado a focalizar su atención en los procesos naturales de regionalización, por ejemplo, EE.UU., al constituir el TLCAN o Europa al profundizar su proceso integracionista, y en cierta medida, Japón, al incorporarse al Foro de Cooperación Económica de Asia (APEC) con la posibilidad de su incorporación a la ANSEA.
Se evidencia una relativa reducción del papel del estado en estos procesos, aunque obviamente la voluntad política gubernamental para instituir la aplicación de medidas oficiales de incentivación y refuerzo son indispensables estimular a los agentes microeconómicos, que resultan los más dinámicos en este sentido. La integración económica ya no se concibe sólo como un fenómeno de carácter exclusivamente comercial, ante el fracaso de muchos esquemas malogrados por instrumentarse exclusivamente en base a criterios comerciales. Así, se han comenzado a aplicar nuevos mecanismos como la cooperación intrasectorial que pretende hacer desaparecer las diferencias delimitadas históricamente entre los instrumentos de integración y colaboración, focalizando la coordinación de políticas a nivel institucional o intergubernamental. En algunos casos, se considera la inclusión de vínculos extraeconómicos como la cultura, la salud pública y los aspectos políticos, pues el manejo arancelario no resulta ni suficiente ni totalmente efectivo para lograr los mecanismos de integración, por lo que se necesitan nuevos instrumentos sociales para los requerimientos científico-jurídicos de la economía mundial moderna y sus tendencias.
Se han desarrollado numerosos acuerdos subregionales específicos que cuentan con la participación de regiones cercanas o fronterizas de diferentes países miembros de un bloque, con el propósito de establecer las llamadas "zonas o triángulos de crecimiento" para potenciar la cooperación y la complementación, utilizados recientemente en algunos procesos integracionistas. Cada vez más, los países tienden a participar en varios esquemas a un mismo tiempo lo que puede interpretarse como una forma de contar con diferentes alternativas simultáneas para enfrentar los retos de la economía mundial y buscar resultados alentadores en los mecanismos existentes.
Los nuevos enfoques consideran asimismo la necesidad de aplicar los diferentes instrumentos y mecanismos integracionistas con criterios más flexibles que eviten incumplimientos o provoquen desajustes quebrantando la credibilidad de los esquemas. En ocasiones la flexibilidad puede resultar contraproducente al dilatar indefinidamente la aplicación de medidas importantes, por lo que se requiere equilibrar inteligentemente ambas posturas.
En la instrumentación de los bloques no necesariamente se tienen en cuenta las concepciones tradicionales de región geográfica que presuponen una continuidad territorial, sociológica y cultural, usando otros criterios de carácter económico o político considerados más acertados. Un ejemplo de ello, puede encontrarse en la constitución en 1989 del Foro de Cooperación Económica de Asia (APEC) que incluye a 18 países con riberas en este océano y grandes diferencias de culturas, idiomas y situación económica. La Regionalización está liderada por los países desarrollados, los bloques tienen mayor éxito a nivel mundial por las dimensiones y fuerza de sus economías. Dentro de los esquemas de integración regional siempre sobresale una potencia que traza las pautas del proceso desarrollándolo en función de sus intereses, por ejemplo, Alemania en la Unión Europea, EE.UU. en el TLCAN o Japón en el Sudeste Asiático.
Otra observación interesante es la existencia de bloques integracionistas donde participan países con diferentes niveles de desarrollo, como es el caso de México en el TLCAN, e incluso con distintos sistemas socioeconómicos, por ejemplo, los fuertes vínculos que han establecido China y Vietnam con los países del sudeste asiático, cuando la teoría clásica concebía a la homogeneidad de nivel de desarrollo y la unidad de sistema como un requisito para lograr la viabilidad de cualquier esquema para la integración territorial por dominio dependencia.
La flexibilización y diversificación de los mecanismos integracionistas de los últimos tiempos ha favorecido a la regionalización, pues permite márgenes de maniobra más amplios, impidiendo que la heterogeneidad en sí misma constituya un freno para el avance del proceso, al tiempo que se favorece la convergencia de los propósitos a alcanzar, poniéndose de manifiesto objetivos políticos y sociales que trascienden el plano económico, como son el fortalecimiento de las áreas de influencia para los países mas desarrollados y el fortalecimiento de las posibilidades económicas para los mas débiles.
Ahora bien, deben tenerse en cuenta los costos asumidos por los países más atrasados dentro de un determinado bloque, al reconocer la polarización de los beneficios implícita en el proceso. Independientemente de la flexibilización en los instrumentos de integración, se requiere identificar puntos de contacto análogos entre los mecanismos económicos de los países participantes en un proceso flexible entre países dispares. Este resurgimiento de la integración económica, conocida como "nuevo regionalismo" , presenta signos de mayor permanencia y durabilidad que la anterior, en tanto se han estado conjugando factores de mayor complejidad en sus estructuras que provocan funciones de poder con mayor conciencia política y social. Se destaca en primer término la activa participación en la integración regional de los tres centros de poder mundial. Sobre todo a partir de la incorporación de un país tradicionalmente promotor de multilateralismo como EE.UU., al esquema del TLCAN y al proyecto ALCA, en su lucha por conservar la hegemonía internacional. Su interés en el regionalismo compensa temores al posible fracaso o a los limitados resultados en las negociaciones comerciales multilaterales, así como a participación más activa de Japón, país mucho más cauteloso y con una política muy cerrada hacia el exterior.
Por otra parte, es importante señalar que estas nuevas tendencias son efecto de los cambios en la economía internacional y en sus requerimientos de globalización del mercado, lo que explica parcialmente los éxitos alcanzados por la regionalización, así como las posibilidades de su permanencia en un futuro. La evolución de los regionalismos originados naturalmente en la forma “de facto” por vecindad territorial, para convertirse en “de jure” como institución comercial y política, no fue resultado de visiones gubernamentales en los países donde se efectuó. Fue más bien una adecuación promovida por la microeconomía tradicional entre sociedades fronterizas con nexos familiares, históricos, y mercantiles.
En el caso particular del Este Asiático, el proceso de regionalización en Asia Pacífico ha sido comparado con el patrón de desarrollo regional de los “gansos voladores” que intenta explicar la forma en como los cambios en las ventajas comparativas de un país determinan una relocalización de plantas e inversiones en la región (Akamatsu, 1962). En dicho modelo se asume que los productos tienen un ciclo de vida a lo largo del cual evolucionan las ventajas comparativas de los países que avanzan hacia niveles de desarrollo tecnológico.

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